Hola, soy Virginia, aunque mis amigas me llaman Vir. Soy una persona amistosa, un poco celosa y echo un poco de menos a aquel hombre cruel y despiadado del que me enamoré. Me encantan los libros de de asesinatos, como “antología de relato policial” o “asesino en serie”. Todo marchaba bien hasta que le conocí. Aquel chico alto y moreno. Su pelo era largo por detrás y corto por los lados. Lo llevaba, normalmente, peinado para atrás. Sus ojos eran azules como el mar pero fríos como el hielo. Bueno, comencemos aquella historia rara, melancólica y dulce…
Es difícil volver a comenzar después de un tropiezo tan horrible al grado de perder tu dignidad y amor propio, de perder la ilusión de algún día volver a comenzar de cero y volver a amar a alguien más.
El tiempo lo cura todo, eso es una gran mentira. Siempre he creído que si realmente quieres a esa persona tanto no la olvidas en unos días, a veces pueden pasar años; aunque te engañas a ti mismo diciendo que ya todo pasa, así es importante no pasa así de fácil como unos dicen.
Por esa persona sentí lo que jamás por alguien: odio, amor, pasión, deseo, venganza, capricho, amistad… pasé por todos los sentimientos buenos y malos; y al final solo quedó una pregunta ¿Por qué?
Todo comenzó hace dos años cuando Pablo entró al instituto donde yo estudiaba. Ahí lo conocí, fue un click momentáneo ya que nos comenzamos a llevar muy bien, me ponía más atención que a otras chicas, siempre me buscaba aunque fuese para molestarme, por lo que me empezó a llamar la atención y me empecé a hacer ilusiones y, al parecer, yo no le era indiferente, pero aun así no se animaba. Yo esperaba aquel momento de cuento, aquel momento en el que el chico le dice a la chica: “Te amo, desde el primer momento en que te vi… ¿te gustaría estar conmigo por siempre, siempre, siempre…” Aquella palabra me retumba en la cabeza siempre que le veía.
Pasaron los meses, a mi me empezaba a gustar, aunque para ser sincera no era mi tipo ni nada. Él era atlético, le iba el rock y las chaquetas de cuero, esas que nunca pasan de moda. No estudiaba y le habían expulsado ya tres veces (una por pegar a un chico que le había llevado la contraria, otra por llevar la contraria a un profesor y la última por cortarle el cinturón a una chica de su clase que no le cae demasiado bien…). A toda chica le rapelearía estar con un chico así, pero a mí no. Yo le veía algo que le hacía especial y misterioso. Justo los chicos que me gustan.
Una tarde, en el parque de al lado de mi casa, estaba yo con mis mejores amigas, Ana y Malena, hablando del baile de verano…
-Yo voy a ir con Loren. Me invitó ayer mientras estábamos en el recreo.
-Yo con Carlos. ¿Y tu Vir, con quién irás?
-No lo sé…aún no me lo han pedido.
-que pena. Bueno, me voy. Mi madre viene a pro mí.
-Yo también me tengo que ir, a mi abuelo le operaban hoy y tengo que ir a visitarle. Adiós.
-Chao.
Me quedé sola, allí…sin nadie. Estaba a punto de subir a mi casa cuando apareció Pablo. Se acercó y me invitó a sentarme con él. Me senté dudosa y a la vez encantada. El se giró, me miró con sus fríos y preciosos ojos y pronunció estas palabras:
-Muchas chicas me lo han pedido. Muchas me han sobornado para que vaya con ellas. Me lo han pedido hasta las “más guapas” del insti. Pero yo sólo quiero ir con una persona…tú.
-¿qué quieres decir?- pregunté temerosa y emocionada.
-quiero decir que… ¿te gustaría ir conmigo al baile de verano?
-No, digo sí, quiero decir… ¿a qué hora?
-Bien…-dijo en bajo- A las ocho el viernes.
-Chau.
Llegó el viernes. No sabía que ponerme. Si el vestido gris con la flor roja o el vestido verde con pedrería. Dieron las ocho y llegó mi príncipe. Llevaba puesto un esmoquin de lo más elegante. Me tendió el brazo, se lo agarré con cariño. Nos dirigíamos a su coche. Me imaginaba que sería un deportivo con asientos de cuero, buena radio, limpio, rojo… pero no. Era un viejo coche de segunda mano que al montar, crujía por todos lados, la radio solo cogía la cadena SER y lo de rojo, mejor lo cambiamos a marrón muy sucio.
-Parece viejo, pero tiene la velocidad de cien caballos.
-Ya veremos…- susurré para mis adentros.
Llegamos a la fiesta. Lo pasamos genial. Baile, bebida, mis mejores amigas…pero lo que más me gustaba era que estaba con él. Empezó a sonar una música lenta. Miré al DJ y vi a Malena y Ana mirándome con una risita de oreja a oreja. Las guiñé el ojo. Miré fijamente a Pablo. Él me dirigió tambien su mirada. De repente, el se fue acercando cada vez más a mí. Una parte mía me decía que no, peor mi corazón me decía venga. Al final, nuestros labios se rozaron. Mi primer beso. Fue un momento, no sé, idílico, y, aunque fue corto, para mí duró mil horas. Me dijo que me quería, que nunca le olvidará. Estaba feliz porque al fin me dijo que sentía algo por mí. Al día siguiente, él me esquivaba y sólo les dijo a los demás que estaba borracho y que no se acordaba de nada, me sentí humillada y fatal. Fue cuando nos comenzamos a distanciar y yo lo ignoraba, no le hablaba, aun así, no me dejaba de buscar y de seguir hablando a pesar de que yo le había pedido que no lo hiciera.
Traté de olvidar el incidente, esquivando hecho de que aún me seguía gustando, pero por más que trataba, no podía hacerlo y era aún más difícil ya que a diario lo tenía que ver. En ocasiones nos peleábamos, en otras éramos los buenos amigos de siempre y en otras nos veíamos como lo que ocultábamos, con cariño a pesar de que yo sabía que no era un chico fiable, creí en el. Sin darme cuenta y por la convivencia, me volví a enamorar de él.
El otro día en clase de historia, él se giró para pedirle a su amigo Javier un lápiz. Él me miró sigilosamente, Todo me era insignificante cuando me miraba con sus fríos pero preciosos ojos azules. Entonces se oyó aquella voz: siempre, siempre, siempre…
-¡Cállate!- grité en medio de la clase. Todos me miraban, incluso Pablo. Todos se reían.
-¡¡SILENCIO!!- chilló el profesor. -¿algo que objetar señorita Virginia?
-no, no…-
¡RING, RING! Por fin, sonó el timbre. Aquel día horrible terminó…
Un día sin avisarme, me besó y me dijo que me necesitaba que no lo dejara solo, que no dejara de pensar en mí y más cuando pasaba un mal momento. Volvió a hacerme lo mismo, le contó a mi mejor amiga que había regresado con su ex, Sara, y que era el amor de su vida. Me rompió el corazón por segunda vez, solo que ahora si me enfrenté con él.
-Yo sé que no somos nada y no te estoy reprochando nada, solo quiero saber si es verdad, y creo que al menos merezco una explicación- fueron mis palabras.
-Si, es verdad, pero perdóname, no quería hacerte daño, lo que pasa es que tu eres muy celosa y con ella me llevo tan bien…
-Ya entiendo... entonces, ¿por qué me besaste, para qué?
-Perdóname, podemos ser amigos- y me estiró la mano, pero era imposible olvidar así como así, lo deje hablando solo y con la mano estirada, no soporté el dolor. Sentí que me moría de tristeza.
Una tarde, estaba en el centro comercial, me encontré con Sara, la supuesta “ex” de Pablo. Me miró recelosamente. Luego se acercó a mí y me dijo como enfadada:
-Estoy saliendo con el. Soy más guapa, lista y popular que tú. No intentes arrebatármelo o te arrepentirás.
Y se fue. Tenía cintura de avispa se movía con gracia. Yo seguía allí, de piedra, alucinando y hecha un lío. ¿Por qué me mentiría?
Lloré como nunca, me sentía utilizada, no entendía por qué, cambié totalmente de forma de ser. Me volví depresiva, pero no lo demostraba. Empecé a fijarme más en mí y cambié de imagen creyendo absurdamente que a lo mejor era yo la que debía ser más para que él pudiera fijarse en mí.
Solo pasaron unos días cuando Pablo vino a mi casa, y una vez más me dijo que ya lo había pensado y que quería estar conmigo, llorando me pidió una oportunidad.
Me dijo que me amaba y yo ilusamente le creí fue ese día que nos hicimos novios en serio. Pero seguía hecha un lío.
La verdad, sentía mucho miedo de que fuera solo un juego, pero todo iba bien. Era diferente, aun así seguía con la idea de que a pesar de que lo quería mucho, no quería algo en serio con él. Por lo que lo tomaba de lo más relajante y tomé la decisión de cambiarme de lugar de instituto, para alejarme de los chismes, del mal ambiente y de él. Me dolió mucho esa decisión, pero era la mejor.
En esas fechas entró gente nueva, muchas compañeras nuevas, en especial, una para él. Y comenzaron los problemas, ya que esos días se los pasaba hablando con ella. Yo se lo dije. Si lo que quería era terminar, adelante, pero el lo negó todo. Un día me enfadé mucho (ya que le regaló una caja de bombones cuando a mi nunca) que lo dejé con la palabra en la boca y lo evadía, o simplemente le contestaba mal. Era tanto mi enfado que comencé a entablar amistad con todos los chicos y a él lo ignoraba. Fue cuando me dijo que mejor termináramos ya que él tenía un problema en casa y que su ex decía estar embarazada de él (lo que, por supuesto, es mentira, o eso creía). Cuando me dijo eso, me acordé de las palabras de Sara “no intentes arrebatármelo o te arrepentirás”… Era un plan para que Pablo se separase de mí. Lo comprendí y con el corazón destrozado terminamos. Solo que le dije claramente que ya no me hablara ni me buscara nunca más; el se negó, dijo que me iba a seguir hablando pasara lo que pasara.
Todo se arruinó cuando al día siguiente lo vi salir con la chica nueva y sus amigos diciendo que ya se la había ligado. Una vez más me humilló, le dije que era la persona más vil de esta tierra que lo odiaba y que ojalá se muriera, le dejé de hablar y lo trataba de lo peor. Ese mismo día me dieron mí oportunidad y creo que todo el mundo sabía por qué me iba.
Me pidió que no me fuera, que me quería mucho y nada iba a ser igual sin mí, fue cuando le dije que igual y como amigos. Pero poco duró el gusto cuando por su mejor amigo me enteré de que ya andaba con otra chica, fue hay donde toda mi decencia empezó comencé a tomar, a salir con todo el mundo, ya no era la misma; dicen que cuando a una mujer la rompen el corazón, comienza a repartir los pedazos rotos, y así comencé yo. Se volvió mi obsesión, no podía entender porque, si yo siempre lo apoyé en todo cuando él me necesitaba, hay estaba, es horrible despertar cada mañana con un dolor intenso que te ahoga y no te deja respirar y por más que lloras para que salga, no lo hace y a pesar de que yo tenía quien se fijara en mí, nunca les hice caso por él.
Fue en mi soledad cuando comencé a salir con su amigo, Javi. El me prestaba mucha más atención, me ayudaba en lo que fuese. Él me decía “siempre tendrás aquí un hombro en que llorar y unos labios en los que desahogarte”. Yo le abracé y le besé. En ese momento apareció Pablo. Yo le decía que solo me consolaba, que no pasaba nada entre él y yo, pero fue inútil.
Así pasó el tiempo y yo seguía hablándole y rogándole y el seguía mintiéndome diciendo que aún me amaba que sólo le diera tiempo. Pero yo ya desconfiaba de él en todo y lo único que quería era vengarme de todo lo que me hizo porque no le bastó romperme el alma en pedazos sino que también me difamó ante todos diciendo que yo era una fulana. Desde ese momento, todos me miraban mal, me insultaban, me tiraban cosas y escribían cosas hirientes en las paredes. Desde ese momento, mi odio contra Pablo se multiplicó por mil, pero el amor que sentía por él era insuperable. A pesar de que lo quería ya era imposible olvidar y comenzar de nuevo, por más que lo intentara.; además de que siempre eran chismes y enfados y reconciliaciones, ya estaba harta.
Cierto día de diciembre, un compañero que no estaba enterado de nada me contó que él ya estaba enamorado y que salía con alguien. Me puse como loca, fingí no saber nada, pero él seguía igual. Al fin, lo enfrenté de nuevo, solo me dijo que eran chismes a lo que le respondía que era la última vez que me humillaba que ya no lo soportaba más, lo insulté lo maldije y a pesar de que nos peleamos y terminamos muy mal, todavía había algo y ese algo era, que el era mi mejor amigo y a pesar de todo, le seguía queriendo.
Me dijo que encontró el amor y me dolía como me hablaba pero lo entendí o al menos eso traté ya que pese a eso le dije que no me importaba ya que tarde o temprano iba a regresar conmigo como siempre y que lo iba a esperar porque yo era su verdadero amor y él, el mío. Me encapriche, e hice todo lo que podía para que él regresara pero claro llegó el día que dejé de llorar. Dejé de sentir ese dolor en el pecho y logré volver a respirar sin pensar en él y lo vi como un nuevo comienzo. Fue cuando comencé a tratarlo como un amigo, mi mejor amigo.
Al fin logré abrir los ojos y me di una oportunidad con alguien más para conocernos, cuando él me dijo que se había enamorado y que se quería casar no podía entender como podía olvidar a alguien tan fácil hasta ese grado y en ese momento lo entendí. Paso más de un año para olvidarlo y darme cuenta que ese amor que sentí por él se convirtió en obsesión y capricho; y así creí que ya había pasado todo y sin darme cuenta me enamoré de verdad.
Eran las once y media de una noche de marzo cuando recibí un mensaje de Pablo: “TE AMO Y QUIERO QUE SEAS LA MUJER DE MI VIDA, LA MADRE DE MIS HIJOS, SOLO PIÉNSALO Y PERDÓNAME”. Intentó regresar aquel sentimiento de venganza pero no, ya no.
Un día me preguntaron que si él regresaba que iba a hacer, solo contesté que no lo iba a pensar porque era el amor de mi vida. Cuando conocí a Chema, todas las penas desaparecieron. Me volví a enamorar de alguien. El era alto, de pelo castaño y ojos verdes. Era inteligente y no vestía tan macabramente como Pablo. Con Pablo solo conocí el dolor, solo le dije lo que él siempre me contestaba “Vamos a ser solo amigos yo ya no necesito nada que pensar. Tu contestaste por mí hace tiempo y te lo dije, ahora ya no puedo hacer nada”.
Pasaron solo unos días para qué él cambiara de opinión y volver a decirme que conmigo se había equivocado, que como pude pensar que iba a dejar a una mujer maravillosa por mí. Yo simplemente le contesté que ya lo sabía y que fuese feliz porque yo lo era. Logré perdonarlo a pesar de que me dolieron sus insultos lo superé. Aún así la pregunta esta ahí ¿Por qué?