Yo soy europea, pero cuando solo tenía dos años tuve que irme a vivir a un país de América del Sur, por motivos personales.
En ese país me adapté muy bien, mi padre me contó que algunos antepasados también habían vivido allí, incluso mi abuelo en Argentina había estudiado Matemáticas en la Universidad. En el colegio tenía muchas amigas y era muy buena estudiante, incluso llegué a ser la abanderada por ser la mejor estudiante de mi curso. Estaba incluida en un grupo de bailes regionales y actuaba en distintos escenarios del país.
Pero llegó la hora de volver a España y yo cada vez estaba más ilusionada y deseosa, cuando al fin llegó el momento esa maravillosa experiencia fue en parte un poco decepcionante. Me sentía como si una bruja echara una maldición a una princesa. El viaje fue muy largo, hicimos escala en Brasil y recuerdo que unas azafatas nos ofrecieron unas empanadillas ¡Qué ricas¡ eran de carne y huevo.
Más tarde nos subimos a un avión muy grande que tenía pantalla táctil, eso para mí era una novedad, solo me entristeció no poder ver el Océano Atlántico porque estaba nublado. Sinceramente en ese momento estaba pensando en lo grande que era la Tierra. Por fin llegamos a España. Entré a 5º de Primaria, aunque académicamente me iba bien, añoraba mucho a mis amigas. Así pasé 5º y 6º.
Durante el verano antes de entrar al Instituto estaba muy inquieta porque notaba que no tenía muchas amigas. Yo siempre he sido una persona que he encajado muy bien en los grupos pero aquí aún no logro estabilizarme.
Estabilizarse y tratar de encajar en un país que no es el tuyo cuesta más de lo que parece.
Ahora que estoy en el Instituto, a veces pienso que todo lo hago mal y que no volveré a sacar notas muy altas. Yo siempre tuve miedo a la soledad y al fracaso.
De España, me quedo con que hay mucha gente simpática y espero que poco a poco consiga encontrar un sitio donde me sienta bien.